Monday, May 2, 2016

CULTURA CIUDADANA
POR ANTANAS MOCKUS 
En 1997, la cultura ciudadana en Bogotá fue una de las iniciativas más importantes de la administración de Antanas Mockus. Esta pretendió reducir las tasas de victimización de la ciudad, mejorar la convivencia ciudadana, así como motivar un mayor respeto a las normas y a los recursos públicos de la ciudad. Los logros que obtuvo la ciudad gracias a la implementación de una serie de estrategias de cultura ciudadana fueron evidentes. La reducción en la tasa de homicidios, el aumento en el pago de impuestos, la reducción del consumo de agua, y la reconstrucción de lo público, tanto en los espacios físicos de la ciudad como en las relaciones con el gobierno, son algunos ejemplos de las acciones de esa administración que se constituyeron en paradigmas de política pública para administraciones posteriores. Después del primer gobierno Mockus, algunas ideas y estrategias de la cultura ciudadana se mantuvieron, otras se reinterpretaron, como también otras no se continuaron. Esto conllevó a que en la ciudad la cultura ciudadana careciera de continuidad en sus acciones y de un riguroso seguimiento y retroalimentación, que fuera transversal e integral como se había realizado en los primeros años en los que ésta se desarrolló. Hizo un balance de su gestión como alcalde de Bogotá enfatizando en las medidas zanahorias que impuso y sus excelentes resultados en lo que concierne al mantenimiento de la paz, la reducción de la inseguridad y la preservación de la vida. En busca de nuevos valores Su charla se centró en la edificación de la cultura ciudadana vista desde la cultura misma de la cotidianidad, desde la cual se puede gestar una conciencia social y de valores cercanos a la solidaridad y la tolerancia.

Acciones y resultados de la prevención y el control de la violencia por la Alcaldía Mayor de Bogotá, 1995-1997 
La intención básica fue ubicar los problemas de seguridad en el marco de los problemas de la convivencia y propiciar la visión de estos últimos como un asunto de congruencia entre las regulaciones jurídica, moral y cultural. Esta aproximación, en vez de estigmatizar y marginar al delincuente o al individuo violento, da cabida a ilegalidades, con grados muy diversos de tolerancia moral y cultural. Tanto para el plan de desarrollo del Distrito Capital, como para los planes de desarrollo locales7 , las propuestas que respondían a los problemas de violencia (ya fueran de seguridad ciudadana o de conflicto social) tenían que clasificarse dentro de un marco distinto: o eran proyectos correspondientes a la prioritaria “legitimidad institucional” (que, según el plan de desarrollo, “apunta a generar en los ciudadanos credibilidad en las instituciones, las normas, el servicio público y los gobernantes”), o eran proyectos de Cultura Ciudadana (que, según el mismo plan de desarrollo, es un “conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos”). De esta manera se logró tener en cuenta los problemas de seguridad sin convertirlos en una prioridad “autónoma” y sin verlos otratarlos 7 El Distrito Capital tiene 20 divisiones llamadas localidades, cada una con un alcalde local; el Distrito Capital asigna a esas localidades un presupuesto equivalente a 10% del presupuesto de inversión de la ciudad, exceptuados los presupuestos de las empresas de servicios públicos. La distribución de esos presupuestos en el nivel de cada localidad la efectúa la Junta Administradora Local ( JAL), cuyos miembros —al igual que el Alcalde Mayor— son de elección popular. desde una perspectiva exclusiva o básicamente sectorial. Los resultados más destacados de este enfoque fueron los siguientes: reducción de la tasa de mortalidad anual por homicidio (de 72 a 51 muertes por cada 100.000 habitantes); reducción en más de dos tercios del número de niños lesionados con pólvora durante la época de Navidad; reducción de 20% de la tasa anual de homicidios culposos en accidentes de tránsito (de 25 a 20 por cada 100.000 habitantes); respecto de las cebras por peatones y conductores8 ; uso del cinturón de seguridad por más de dos tercios de los conductores. Medidas como la “ley zanahoria9 ” siguen hoy en día vigentes en Bogotá y han sido adoptadas en otras ciudades colombianas. Se presentan a continuación las acciones que más patentemente permitieron prevenir y controlar la violencia, junto con su intención (cambio deseado), sus antecedentes (cuando existen), su descripción y algunos de sus resultados.

 Las acciones más representativas de la alcaldía Mockus-Bromberg fueron las siguientes:


La "Ley zanahoria": impuso el cierre de estancos y de establecimientos nocturnos que vendían licor a la 1:00 a.m. Esta medida se apoyó con otras que buscaban generar regulación cultural, autorregulación y sanción como la propuesta por "ser zanahorio", es decir, según Mockus esta pretendía  reivindicar la vida sin excesos y en la que, ante el conflicto, busca la solución pacífica y acorde a al ley. Las campañas publicitarias del fondo de prevención vial de "Entregue las llaves" y "El conductor elegido" ayudaron a fortalecer la regulación ejercida hacia los ciudadanos. En 1995 los homicidios comunes con presencia de alcohol en la sangre se redujeron en 9.5%, así como las muertes en accidentes de tránsito con personas embriagadas involucradas, disminuyeron 24.2%. Esta estrategia también influyó en que en diciembre de 1996 los homicidios descendieron un 26.7%. En 1997 y en comparación con el año anterior, se redujeron 15% los homicidios comunes y 13% las muertes en accidentes de tránsito.

Prohibición al uso de la pólvora:
para la Navidad de 1995, el Distrito hizo una restricción parcial del uso de la pólvora anunciando que sería total si llegase a presentarse algún caso de niño quemado en la ciudad. Esto sucedió, por lo cual se restringió y autorizó la venta sólo a los fabricantes y distribuidores en períodos muy limitados y en sitios definidos y controlados por el gobierno Distrital. A los padres que permitieran que sus hijos jugaran con pólvora se les impuso sanciones pedagógica, con trabajos cívicos. Estos controles llevaron a que las muertes de niños y los heridos bajaron de 127 a 46 en 1995. Así mismo, en la Navidad de 1996 no se presentaron muertos y los heridos fueron de 41 personas.



El plan desarme y la campaña de "desarme voluntario": enseñaban a las personas a resolver ciertos conflictos que estas creían que no se podían solucionar en forma pacífica. Para ello se les pedía que invitaran a alguien con quien tuvieran un conflicto, disputa o desavenencia y le propusieran el camino más corto para resolverlo: el diálogo. Se definieron 9 puntos de la ciudad en los que se enseñaba a resolver disputas; en esos nueve puntos, comisarios de familia y personal de los centros de conciliación daban a conocer técnicas y habilidades para resolver conflictos e informaban sobre instituciones que prestaban asesoría en estos campos. Se recaudaron 2.538 armas, las cuales se convirtieron en materia prima de cucharas para alimentos de bebe. Además, estas acciones contribuyeron en la reducción de las tasas de homicidios comunes, las cuales pasaron de 70 por cien mil habitantes en 1994 a 60 en 1995 y posteriormente a 48 en 1997.


Jornadas "Re"(conciliación): en estas jornadas se enseñaron a las personas a resolver ciertos conflictos que estas creían que no se podían solucionar en forma pacífica. Para ello se les pedía a través del dialogo con quien tuvieran conflictos o disputas se resolvieran las diferencias. Se definieron 9 puntos de la ciudad en los que se enseñaba a resolver estos problemas, apoyados con comisarios de familia y personal de los centros de conciliación.

Jornadas de "vacunación contra la violencia":
 consistieron en un rito breve, asistido por un psiquiatra o un psicólogo en el cual las personas que participaron recordaron la agresión sufrida y liberaron emocionalmente su sufrimiento a través de una descarga verbal o física contra un muñeco en cuyo rostro habían dibujado los rasgos de la cara del agresor. Se realizaron dos jornadas, en las que participaron cerca de 45.000 personas.



Tarjetas ciudadanas y campañas de mimos y cebras: estas buscaban que los mismos ciudadanos fueran capaces de autorregular su comportamiento y regular el de los otros, las cuales fueron repartidas masivamente y, se utilizaron para censurar o aprobar los comportamientos de peatones o de conductores de vehículos en el espacio público. Las campañas de mimos y cebras, buscaban promover y ejercitar la convivencia entre peatones y conductores de vehículos para generar más conciencia de la conveniencia de las reglas de convivencia y de la importancia de cumplirlas en los espacios comunes. Los mimos, se ubicaban en importantes vías de alto flujo vehicular, especialmente en el centro de la ciudad, tratando de persuadir de forma lúdica sobre el respeto a las convenciones del tránsito peatonal y vehicular a los conductores que ocupaban con sus automóviles los espacios demarcados para el paso de los transeúntes o "cebras". Así mismo estas campañas buscaban que los bogotanos aprendieran y afianzaran la utilización de espacios como los paraderos y las "cebras". Los resultados de estas campañas fueron que en 1996 el 76,46% de los conductores y el 72,25% de los peatones respetaban la cebra. 


"Rock al parque", "Rap al parque", entre otros eventos al parque buscaron motivar la autorregulación y la tolerancia de los jóvenes en las actividades que tenían lugar en el espacio público. Así mismo, buscaban mejorar la apropiación de ellos por parte de la ciudadanía.



Carta de Civilidad o reformulación y actualización del Código Distrital de Policía de Bogotá. El proyecto buscó convertir el código de policía como un manual de convivencia ciudadana. Aunque la reforma fue archivada por el Concejo de Bogotá casi al finalizar la administración Mockus-Bromberg, se involucró en ésta su realización la participación de grupos de trabajo convocados por la misma alcaldía, los cuales fueron llamados como "semilleros de convivencia". La participación ciudadana en estos grupos se enfocó en problemas específicos de convivencia y buscó integrar la presencia y el intercambio de roles de infractores, autoridades y ciudadanos afectados por la transgresión. 

En conclusión, la estrategia de cultura ciudadana en la administración Mockus-Bromberg fue una alternativa de cambio y renovación en un contexto de una institucionalidad desprestigiada y permeada por factores de corrupción y el desencuentro de lo público y lo privado. La virtud de esta estrategia fue que surgió como una alternativa para Bogotá, que desde la Alcaldía impulsó la transformación institucional como una vía posible de orientar a los ciudadanos en el aprendizaje colectivo.